La vida es como un rompe cabezas, cada vez que te golpeas
aparecen más fichas que no sabés de dónde salieron ni dónde ubicar.
Es algo así como cuando te tocan la puerta de tu casa y
aparecen los Testigos de Jehová y no tenés idea quienes son. Ellos sólo tienen
la idea de hablar de su religión pero vos tenías el turno en la peluquería que
si llegabas más tarde te lo cancelarían…entonces qué no abrís más la puerta de
tu casa por temor a que aparezcan nuevamente.
Pero no culpemos al destino, sino a Walt Disney con sus
historias del Príncipe azul, el Pato Donald, Caperucita y el Rey León….no
tampoco a Walt que era un genio e inundó de alegría a todos los niños. La culpa
es nuestra por creer en la fantasía y no saber ver la escalera sin subir el
primer escalón. Hoy sigue vigente la ironía de Maitena, otra genia total. En una de sus grafías le dice a su
amiga “no, no salgamos esta noche, no quiero conocer a nadie “ La otra le pregunta
por qué? porque son todos iguales?”, “no- le contesta- son todos casados”
Pero de hombres casados ya hablamos, dejemos esas historias
obsoletas atrás, no merecen nuestra atención, son una desgracia en el camino
de cualquier mujer, es inútil creer en ellos, no son caballeros porque creen
que somos su presa y no paran hasta que les diga que sí, después desaparecen,
eso sí con una elegancia muy silenciosa….ah pero perdón! Dije que no los
mencionaría más porque además cualquiera puede pensar que padecí una historia con un
patético hombre casado, no, no, le pasó a mi mejor amiga y la pobre quedó sin
pena ni gloria, llorando por el tiempo perdido que encima no le había enseñado
nada de la vida si no que había sido muy ingenua en creer….como les decía no
merecen más que una mísera palabra….:(
Sigamos, un día decidimos ir a un terapeuta y nos damos
cuenta de las trabas que teníamos, nuestras inseguridades y que debíamos crecer
y entonces decidimos estudiar filosofía, trabajar como secretaria ejecutiva e
internarnos en el gimnasio de la esquina.
Por suerte vemos resultados y por primera vez en la vida nos
sentimos divinas. Al cabo de un año volvemos al terapeuta para contarle nuestra
experiencia. Nos ve divina, ganamos dinero y la filosofía nos ayudó a
profundizar las cuestiones de la vida ¿?
Cuando llegamos en sesión al terreno afectivo, mi respuesta
a su pregunta de si había conocido a alguien fue negativa. Más que un piropo de
un viejo verde y dos borrachos tirados en la esquina de mi casa cuando volvía
de trabajar no había logrado…ah y cuando mi jefe me decía que me quedara 2
horas más para hacer su trabajo y él se iba antes, me decía “linda” y sí eso me
gustaba. Dicho ésto la terapeuta me miró fijamente y me dijo, hay que pensar en
otro camino y es el camino que te lleve vos.” Pensé que enloquecía, reconozco
que soy prejuiciosa con estos benditos profesionales que a papá nunca le
gustaron ¿Pero el camino que me lleve a mi? ¿Qué era? Yo quería llegar a otro
no a mí y me sugería:¿perderme en mi
soledad?
Volví a casa y decidí escribir frases y luego cortarlas y colocarlas al lado de las fotografías de quienes habían pasado por
mi vida. Trataba de ubicar cada frase dicha en la fotografía del laberinto,
porque de tantas vueltas que daba, era un rompecabezas con personas y frases
que se contradecían, dichos por el mismo en cuestión. Empecé a pensar que
estaban todos un poco locos y me culpaban a mí por no tener experiencia o no
ser profunda, y me dí cuenta que por más horas de gimnasio que hiciera, el tiempo todo lo desacomodaría. Dejé de hostigarme y encontré la gran solución de mi vida: fui a la
esquina y compré un rico y enorme
chocolate y saben qué el dueño del quiosco
me lo regaló y cuando vi sus enormes ojos azules no sabía dónde esconder el
chocolate. Se sonrió y me dijo "¿linda querés salir esta noche a bailar?"
Llegué a casa y pude
armar mi rompecabezas, puse su frase y finalmente la mía: “Cuando soy yo misma
puedo ser feliz…”