Érase una mujer con una infancia y una adolescencia feliz.
Tanto…tanto….que a veces tenía miedo a perderla.
Su vida dio un giro insospechado. Sus padres ya no estaban,
su enorme casa que ocupaba una manzana tampoco.
En el jardín su papá le había construido su casita de muñecas
con todo lo que necesitaba, desde una cocinita con horno hasta una cunita para
su muñeco bebé...
Su vida era linda y normal pero con el plus de que su papá
la llevó a conocer el mundo, otras culturas a ella y a toda su familia.
¿Problemas? Sí, existirían pero no serían tan graves porque
no los recordaba, tal vez que su papá no era sociable y ella amaba estar con
sus amigos.
Perdió todo pero no sus recuerdos ni sus sentimientos, la
felicidad que vivió en esa etapa más temprana de su vida le ayudó a vivir lo
que vendría después.
Aún así, necesitaba mucho afecto y pensaba que si daba, luego lo
recibiría. En realidad, daba sin pensar. Pero un día se dio cuenta que sus
manos estaban casi vacías, que su corazón pedía más. Que todos pensaban que
ella tenía la obligación de dar, ya que así fue siempre y con todos.
Así, un día cambió, tal vez maduró y vió su realidad, seguramente debía ser
así, pero el cambio se produjo por cansarse de no recibir, de estar enamorada
del amor sin ser el que había soñado o peor sin ser amada, de pensar que al ser auténtica todos la
amarían o por lo menos los que ellas amaba y cuánto se equivocó, lastimosamente se equivocó.
Nunca más se supo qué pasó con ella, se fue y tal vez en
algún lugar alguien que conoció, descubrió su esencia y volvió a ser feliz...sólo tal vez....