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sábado, 16 de julio de 2016

Pasado



Si pienso en qué aprendí del pasado, no creo que mucho ,más aparendí de la vida, del ayer y del hoy esamblados en una colección de momentos que viví y los que no, los perdí.

No creo que el pasado de una persona enseñe, creo en vivencias, en recuerdos, en heridas. Es mi reacción a lo que vivo diariamente la que forja mi carácter y mi capacidad de aceptación de que todos somos diferentes.

Aprendo a estar calma, aquietar mi mente, aprendo a estar más quieta sin correr ni buscar lo que tal vez nunca encontrue Aprendo a apreciar un paisaje sin pensar más que en su color y movimiento: el éxtasis de su paz.

Aprendo a valorar a quienes me valoran, a quienes me buscan, a quienes son mis compañeros de ruta porque sólo con ellos quiero caminar lo que me quede de vida.  Aprendo a caminar la vida en su ritmo, a saborearla y a entender que es finita y que por algo estamos aquí recreándola.

Cada vez que miro un paisaje, lo recreo en mi mente, en mi memoria y en mi alma así como cada sonrisa es un gran estímulo para mi espíritu.  Y escribo y vuelvo a mirar el pausaje que se ve por  mi ventana y sumo más imáges, más colores que cambian según el viento y la luz, más calma y en cada encuentro con mi paisaje veo algo que antes no percibí...lo recreo.

Hay personas maravillosas que dejaron mucho en mi corazón...de ellas sí aprendí y gracias a ellas tengo capacidad de amar por lo mucho que me amaron.

Hay personas que amé y el amor terminó y hay quienes me aman y me lo demuestran siempre.

Por estas razones, yo no sé si aprendí de mi pasado, aprendo de mi presente y trato de ser mejor, aunque cueste. Mi presente es mío, nadie me lo puede quitar y todas las lecciones de vida las vivo hoy, en este preciso unstante...

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