lunes, 4 de marzo de 2013

Cuentos y Más. Mujer son Rostro


Aquélla tarde lo conocí, vistando el Museo Histórico.
Todo comenzó cuando se acercó con la idea de pedirme la cámara fotográfica ya que a la suya se le había terminado el flash. La iluminación del salón no era buena y lo complací en su deseo.
El estaba acompañado de un grupo de amigos, hombres y mujeres y al hablar con él,  percibí que su acento era extranjero. Mientras sacaba algunas fotografías, su mirada recorría mi cuerpo en forma insistente y hasta penetrante y llegó a incomodarme. Me retiré a mirar otros cuadros, cuando de repente estando a espaldas suyas, me pidió que me diera vuelta y en forma muy cortés pidió fotografiarme. No supe qué decirle, sólo sonreí y así, captó varias imágenes de mi rostro, llegando a ruborizarme aquella actitud. Me pidió también, que le enviara aquellas fotos a su domicilio, que vivía en Francia y sólo pasaría unos días de vacaciones en Argentina.
Su grupo de amigos o compañeros de viaje había desaparecido, nunca supe la razón...o sí...pero desde aquel momento Alain y yo, no nos separamos durante su visita a Buenos Aires.
Creí en su sonrisa que se mostraba sincera, en sus abrazos fuertes y prolongados y creía en sus manos...no sé por qué razón buscaba darme cuenta como eran las personas a través de sus manos. Las mías no son muy lindas y sin embargo, no por ello,  me creí alguna vez  mala persona, pero mi obsesión era ver las manos de las personas para así conocerlas.
Recorrimos Buenos Aires, como si nos conociéramos desde siempre...viví alli desde pequeña y conocía cada rinconcito porteño....por las noches escuchábamos tango o jazz en algún lugar perdido de la ciudad, saboreando una copa de vino.
Cierto mañana, me dijo con preocupación que debía hacer un llamado a su país pero que prefería estar solo...fui a caminar y a comprar algo para el desayuno y mientras iba caminando en una mañana soleada y fresca de abril, pensaba que alguna mala noticia suya me esperaría....sin embargo al regresar, me abrazó, por primera vez me dijo que me amaba, que siempre estaría a mi lado...
Algo me decía que no debía creerle, hasta ese momento, no me había dado ningun dato suyo, dirección, teléfono, si tenía familia ni menos aún conocía su actividad pero más allá de sus secretos vivimos  una gran pasión con locura y desenfreno, de entrega y sin olvido.
Yo  tenía  28 años y el me llevaba 10, al menos es lo que siempre decía.
Mi vida no había sido fácil de transitar pero siempre apostaba a un buen futuro y la credulidad y la confianza en la gente eran características en mí...nos amamos con la inagotable inspiración de los amamtes, nos gastamos en besos y caricias y más....mucho más...
Al día siguiente se marchó...sí...se marchó sin despedirse...se llevó el rollo de mi máquina y mi vida, que la había condensado, toda ella, en esos días...
Tiempo después, me dí cuenta que se llevó en aquellas fotografías mi rostro, nunca más quise una imagen mía...nunca más pude sonreir y mucho menos brindar una mirada de amor.  Muchos me conocen como la mujer sin rostro...

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Salvatore Donadío