viernes, 17 de febrero de 2012

Angela











Angela  quería llamarlo por teléfono


Ese día, estaba en su casa revisando los capítulos del diario de su vida.
La suya era una vivienda sin lujos, tal vez un poco desteñida por el paso del tiempo pero tenía la luz suficiente que necesitaba  para vivir.
Un limonero y un durazno se encontraban en el pórtico de su casa, dando así un toque acogedor a la entrada, por la que habían  transitado tantos amigos.
                    
No recordaba muy bien su número  telefónico y un temblor se apoderó de sí…


Miraba el abanico colgado en la pared del living, de fondo pintado en dorado con flores en tonos pasteles que había traído de su viaje a Nueva York. Pensó en sacarlo…en él se traslucían  muchos recuerdos que habían cumplido ya su ciclo.
Decidió  pintar su casa y cambiar el color blanco frío de sus paredes por otros colores más cálidos, sin embargo se dio cuenta que la tristeza no estába fuera sino dentro…sintió desconsuelo y trató de recordar todos los momentos difíciles que había pasado y cómo los había enfrentado…se sintió valiosa.
                 
 Pensó en lo que le diría


Miró su biblioteca que albergaba tantos libros, tomó uno de ellos y se quedó con una poesía de Neruda: “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Pensó en analizar lo que había aprendido en su vida y lo que aún podría cambiar. Se concentró en su infancia y recordó su pequeña casita de muñecas en la que fue tan feliz…tanto le se la había pedido a su papá, que él trabajó con mucho esfuerzo para poder regalársela.  De pequeña, se mudaron a una casona con un jardín inmenso y allí se zambulló en la fantasía  de  sus juguetes y sus sueños.
Cuanto camino recorrido y aún así, tanto sin descubrir.
             
Recordó su frialdad y  la ligereza con que la había tratado


Fue en ese instante en que vio un álbum de fotos y curiosamente comprobó que sólo había fotografías de sus momentos felices…ni siquiera una última foto de sus padres en su larga enfermedad. Sintió las risas de sus sobrinas que querían "escaparse" de la fotografías y sonrió y se quedó un largo rato en esa imagen que le transmitía vida.
Lo había tenido todo y había perdido mucho pero creía en los designios de Dios.
          
Sabía que él nunca cambiaría


Se detuvo en su pasado en su infancia y en sus primeros años de su juventud y una cálida brisa sintió en su alma. Se abrazó a ella y escuchó la música de su radio que estuvo toda la tarde encendida, sin embargo sólo una canción le llamó la atención: “Smile.”
Pensó en el abandono, en la indiferencia, en la desesperación que habitaba en su mundo. Ella siempre había sido una mujer con ilusiones y sueños y no pensaba renunciar a ellos en  lo que le quedaba de vida.
      
Ya no le llamaba la atención   lo injusto que había sido todo… lo equivocada que estuvo al elegirlo y  creyó que se lo diría ese día...


Vio cómo se reflejaba en un espejo la tristeza de su mirada. Ella que siempre transmitía paz, melancolía y brillo; esta vez estaba opacada y un halo de resignación y angustia se había impregnado en su rostro.
De repente, se dio cuenta que la felicidad estaba en lo más simple de la vida y que  podría llegar a vivir hasta el infinito, que en la eternidad estarían los recuerdos de lo que ella vivió, de lo que ella tal vez creyó vivir y sentir y de lo que verdaderamente sintió y tuvo una sensación nueva y extraña que le dio paz.
      
Por fin, escuchó su voz


Entendió al fin que sería feliz con ella misma, con sus recuerdos, con sus fantasías y también con sus logros y sus fracasos. Sintió alegría y se dio cuenta acuánto tenía…se tenía a ella misma. 
Lloró y sintió más calma 


Prefirió callar...y cortó.

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Salvatore Donadío