viernes, 22 de febrero de 2013

Nunca más...


Esa noche…nuestra primer noche no la olvidaré jamas, como dos adolescentes estábamos juntos, tal vez sin saber por qué. Su mirada desataba en mí la pasión más honda y ardiente en la que nuestros cuerpos se unían… él lograba que yo me sintiera la mujer que siempre soñé ser, me sometía a un deseo irrefrenable…sólo quería ser suya, sólo gozar y sentir su goce, sentir su respiración, su perfume…la fuerza de sus brazos y cuando intentaba ser yo quien dominara en el juego amoroso, sus músculos se tensaban y sus movimientos me ganaban la partida…esa que yo quería perder. Sólo me dejaba llevar por su pasión infinita, por su forma tan masculina de hacer el amor. A la hora de amar sólo deseaba someterme a ese hombre, devorando cada instante, gozando alocadamente, desconociendo límites y prejuicios, disfrutando del hombre amado, cada una de sus miradas, de sus caricias, de sus palabras, descubriendo sin sorprenderme nuevas formas de amar, nuevas formas de hablar el lenguaje del amor con ese hombre, mi hombre que cuando me miraba lo hacía con cariño infinito.


No podía ni quería pedir más…llegaba al éxtasis una y otra vez…me sentía plena, placer, amor, pasión…una entrega desmedida de amor…se me acababan las fuerzas y nuevamente se encendían, qué manera de amar y sentir y desear…su amor despertaba en mí insaciables sensaciones, no podíamos ni queríamos dejarnos de amar, la sorpresa y la imaginación creaba en nosotros un estado de climax inabordable al que sin embargo llegábamos con solo tocarnos y sentirnos. Un deseo, una razón, un sentimiento…ser suya una y otra vez...nuestros cuerpos y mentes se diluían, se aquietaban para luego amarnos incansablemente… algo nos unía, momento a momento…nuestra infinita capacidad de amar… el deseo generaba más deseo… por momentos mi cuerpo se escondía en el suyo y luego trataba se escaparme de sus brazos en la inmensidad de la noche, aumentando su deseo de poseerme…era entonces cuando mi cuerpo pedía más, a la completa saciedad se sumaba más deseo, el sólo rozar nuestra piel encendía más fuego, más pasión, más deseo…no llegaba el final, el tiempo transcurría y nuestros cuerpos entrelazados se buscaban con desesperación para encontrarse en un mundo de caricias y deseos, ése mundo en que queríamos vivir con la inagotable inspiración para amar que sólo conocen los amantes…pero el tiempo pasó y con él el final; algo pasó, no sé bien qué pero algo pasó y no lo vi más.
Me queda algo por completar, por rescatar, lo siento así…pero lo único que puedo hacer es volver a ese lugar, a esa habitación y tratar de encontrar en ella todas las respuestas que no tengo, las razones de por qué no pudo ser y sobre todo sentir las emociones que allí quedaron, decir lo q no dije y tratar de escuchar las palabras que no escuché…es solo lo que puedo hacer.

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Salvatore Donadío